La carne de enero tiritando,
reflejo de la ausencia,
de un abrazo que no llega,
de la falta de abrigo.
Floreciendo el escalofrío,
impulso nervioso de punta a punta
en un instante doloroso
en el que la memoria
recuerda lo que ya no es.
El invierno llama
lento y pesado a cada puerta.
Trae consigo hielo ardiente
Que se pega al alma
Y quema de frío a quien se acerque.
No hay fuego, no hay calor,
solo un espacio vacío
a penas la sombra del ayer
Y este viento amargo y punzante.
Ahora descubrimos,
que se vislumbra antes
la ausencia que la presencia,
y quien llegó en primavera
ya se ha marchado en invierno.
Irene, 23 años.
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